martes, 1 de mayo de 2012

Borromini: San Carlos de las Cuatro Fuentes


Obra: Fachada de San Carlos de las Cuatro Fuentes. Roma


Autor: Francesco Castelli (Francesco Borromini) (1599-1667)

Fecha: 1662-1667

Estilo: Barroco

Material: Piedra

La iglesia de san Carlos de las Cuatro Fuentes levantada en Roma es una obra clave en el barroco italiano del XVII. Borromini, rival de Bernini, el arquitecto oficial de San Pedro del Vaticano, realiza una arquitectura muy personal y llena de vida y movimiento.

La fachada de la iglesia, realizada al final de su vida y terminada por su sobrino, consta de dos pisos separados por un entablamento y tres cuerpos verticales. El muro, también ondulante, se articula por medio de cuatro columnas exentas de orden gigante con fuste liso y capitel corintio que soportan el entablamento.

Los ritmos son opuestos en ambos pisos, pues a las formas cóncavas del piso bajo les corresponden formas convexas en el alto y viceversa. Es, por tanto, una fachada alaabeada. La plasticidad de la fachada viene reforzada por entablamentos que se ondulan y se quiebran en perfiles mixtilíneos a fin de conferir al conjunto un movimiento permanente.

La sintaxis arquitectónica no puede ser más anticlásica y heterodoxa. Esta es la mayor novedad de la fachada. Todo en ella, a base de formas cóncavas y convezas, es dúctil, maleable; es como si la piedra rígida y fría se hubiese convertido en un material plástico, moldeable en manos de Borromini. Fue el máximo representante de la opción anticlásica dentro del barroco romano, opuesta al clasicismo de Bernini, del que fue coetáneo y rival.

Su arquitectura fue muy imaginativa y expresiva, y tuvo que ingeniárselas para sacar gran partido de materiales constructivos y decorativos pobres, pues sus proyectos, en general, fueron realizados para órdenes religiosas con pocos recursos; en este caso, la realiza para la orden de los trinitarios.

La estrechez de la calle y el verticalismo de la fachada, reforzado por la torre campanario sobre el chaflán que contiene la fuente, obligan al espectador a distanciarse del conjunto de san Carlos y a contemplarlo con cierta perspectiva, inmerso en el enclave urbanístico de la Roma barroca en el que se halla. Esta forma achaflanada de la esquina hace que la sensacion de espacio del cruce de las dos calles se amplíe, en un efecto muy barroco.

El sentido teatral de la fachada viene dado por varios elementos: relieves ornamentales; nichos y las estatuas de San Carlos Borromeo y otros santos; el edículo-ventanal saliente del piso superior; y el gran óvalo llevado por ángeles que rompe el entablamento y la balaustrada de remate. Ese óvalo contiene una pintura al fresco de la "Coronación de la Virgen".

La fiebre constructiva que parece afectar a Roma a lo largo del siglo XVII es una muestra del afán de la Iglesia Católica por demostrar su poder que estaba muy debilitado por las constantes luchas contra los Reformistas protestantes. El papado se empeña en demostrar su poder construyendo fastuosos templos y palacios aunque en muchos casos, la apariencia de lujo y poder encubre la pobreza de los materiales (ladrillo, estuco) que prueban el mal momento económico de la iglesia. Este esfuerzo constructivo va a dar origen a muchos templos emblemáticos y monumentos que sembrarán la ciudad de Roma de hitos que harán historia

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